Alan Wilson Watts nació el 6 de enero de 1915 en Chislehurst, Kent, Inglaterra. Su padre, Laurence Wilson Watts, era representante de la oficina londinense de la empresa de neumáticos Michelin, y su madre, Emily Mary Buchan Watts, era ama de casa. Desde muy joven, Watts mostró una profunda curiosidad por la naturaleza de la realidad y la experiencia humana.
Watts asistió a un internado en The King’s School de Canterbury y más tarde estudió en el Seminario Teológico Seabury-Western de Evanston, Illinois. Sin embargo, su educación formal se complementaba a menudo con su voraz estudio autodirigido, sobre todo de las filosofías y religiones orientales.
En 1938, Watts se trasladó a Estados Unidos, donde inicialmente se unió a la Iglesia Episcopal y sirvió como capellán en la Universidad Northwestern. Continuó sus estudios teológicos y obtuvo un máster en Teología en el Seminario Teológico Seabury-Western. Sin embargo, su creciente interés por las filosofías orientales, en particular el budismo zen, le llevó a renunciar a sus deberes religiosos formales en 1950.
Watts se trasladó entonces a California, donde se convirtió en miembro del profesorado de la Academia Americana de Estudios Asiáticos de San Francisco. Sus conferencias y escritos empezaron a atraer a un amplio público, estableciéndose como un destacado intérprete de las filosofías orientales para el público occidental.
Alan Watts fue un escritor y orador prolífico, y sus obras han seguido siendo influyentes mucho después de su muerte. Algunos de sus libros más destacados son:
Las opiniones de Alan Watts sobre la espiritualidad se caracterizaron por su síntesis del pensamiento oriental y occidental. Creía que la verdadera espiritualidad trasciende las fronteras religiosas dogmáticas y está arraigada en la experiencia personal y la comprensión directa de la naturaleza de la realidad.
Watts hizo hincapié en la importancia de vivir en el momento presente, un concepto central tanto en el budismo zen como en el taoísmo. Sostuvo que muchas de las ansiedades y neurosis de la vida moderna proceden de un énfasis excesivo en los objetivos futuros y los remordimientos del pasado, en lugar de abrazar el presente.
También cuestionó la noción occidental del yo como entidad separada y aislada. Inspirándose en las filosofías orientales, Watts propuso que el yo es parte integrante del universo, interconectado con todas las cosas. Esta perspectiva fomenta un sentido de unidad y armonía con el mundo, promoviendo un enfoque más holístico y compasivo de la vida.
Watts criticaba la religión organizada cuando se volvía excesivamente dogmática o rígida, pues creía que tales estructuras a menudo obstaculizaban el auténtico crecimiento espiritual. En cambio, abogaba por un enfoque más flexible y abierto de la espiritualidad, que fomentara la exploración, la curiosidad y la percepción personal.
Alan Watts falleció el 16 de noviembre de 1973, pero su legado sigue prosperando. Sus escritos, conferencias y charlas grabadas siguen siendo populares, ofreciendo sabiduría intemporal a las nuevas generaciones de buscadores. La capacidad de Watts para tender puentes entre el pensamiento oriental y el occidental le ha convertido en una figura fundamental en la popularización de la espiritualidad oriental en Occidente.
La influencia de Watts puede verse en las obras de maestros espirituales, escritores y pensadores contemporáneos que siguen explorando los temas que él introdujo. Su énfasis en el momento presente, la interconexión de toda la vida y la exploración del yo siguen resonando, haciendo que sus enseñanzas sean tan relevantes hoy como lo fueron en vida.